Protagonista y testigo de una época de bohemia. Parte fundamental del nacimiento de un movimiento cultural como el rock argentino. Sinónimo de calidad musical gracias a su conocimiento del blues. Contemporáneo y elegante sigue trabajando de lo que más le gusta: la música como medio de vida. “Pido Demasiado” su último trabajo…entra en La Cueva: Ciro Fogliatta.

 

Toda una vida ligado a la música. ¿Te acostumbraste a esta bohemia contraria a la mayoría de la gente que tiene horarios de oficina?

Tenía un amigo en el club “Fender” en Getafe (España) que me decía “vos sos el único bohemio que conozco” es una vida que se puede llamar bohemia. Aunque la bohemia ya en este siglo no sé cómo será, pero supongo que es a la contra de todos los horarios de los demás.

¿Cuál es la primera foto que te vincula a la música?

Literalmente tengo todavía la fotografía de cuando debute tocando el piano. Es muy linda de la época de la jazz band (Eagle Dixieland Dand). A mi, realmente, la música no me llamaba mucho la atención, me gustaba el fútbol. Estaba todo el día en el potrero, hasta que mi papa me sugirió tomar clases de piano. Había una profesora que se mudó a mi barrio y empecé con ella. Ahí fue cuando me picó la música.

Por tu viejo es que llegás a la música. ¿Qué se escuchaba en tu casa en ése momento?

Se escuchaba mucho la radio. Había un programa muy importante a las 20 hs que recuerdo en radio Splendid de Buenos Aires, en cadena con Rosario, que era “El Glostora Tango Club”. Fue la última época muy fuerte de la radio. Yo me compré una bandeja para pasar discos, los viejos de pasta, que se rompían, antes del vinilo en la época del rock and roll. Cuando salió el rock justo empecé a tocar el piano entonces hubo una simbiosis. Había poca discografía pero lo que llegaba era muy bueno. Mi padre escuchaba mucho tango, folclore y clásica.

Te acordás la primera vez que fuiste parte de la radio. El medio que tanto escuchabas de chico. ¿Se te vino a la memoria ése momento en tu casa con tu familia?

Había un programa en Rosario que se llamaba “Firmamento Infantil”, donde iban chicos que presentaban sus canciones. Y fui acompañado por mi padre. Fue impresionante estar en la radio, en ésa época, en los auditorios con gente. Después cuando llegaba al barrio los vecinos me decían “te escuché”. Era muy gracioso. Mi primer tema que toqué era de folclore, se llamaba “Misionera”. Antes en la radio, se iba a ver a los artistas ahí. Cuando vine con los Wild Cats y Los Gatos Salvajes estuvimos contratados por radio Splendid para rellenar espacios radiales. Luego en radio El Mundo los domingos, tocábamos entre los radioteatros. Era muy lindo tocar en directo para la gente.

¿En qué momento te diste cuenta que tenías talento para hacer música?

Más que sabiduría está la intuición en ése momento. Y me llamó la atención un señor que vendía pianos. Yo tenía un amigo del secundario que era profesor de piano. Tenía oficio. Yo leía un poco. Trataba de sacar canciones de oído. Entonces íbamos a lo del señor que los vendía – el que vende pianos los compra usados, arregla la máquina, la deja 0km y los vende - . Entonces él necesitaba que vayamos a tocar para “ablandarlos”.  Y me llamaba la atención porque yo consideraba que no era mejor que ninguno. Pero el dueño siempre me llamaba para que vaya a tocar. Eso me dio la pauta de que había alguien que le gustaba como tocaba.

¿En algún momento sentiste que dejaste de aprender?

Yo no estudié mucho. Fue un poco raro. Estudié casi 2 años con estos profesores. Me llevaba muy bien. Leía pequeñas partituras de libros para principiantes de canciones clásicas. Luego la profesora se mudó a Córdoba y yo seguí un tiempo más, pero dejé porque no me entusiasmaba para nada. Quizás era un poco vago también. Pero ésa profesora me dio ganas de meterme en la música, me sacó del potrero y me metió en otro ambiente. Me quedé con el piano en mi casa y seguía tocando. Caía alguien a mi casa y mi papá me decía “nene vení a tocar”. Hasta que descubrí lo que era tocar con otro músico. Ahí en la secundaria fui a la casa de un amigo que tocaba la trompeta y fue alucinante.

Después mi papá estaba en la cooperativa del colegio y en la sala de música había un piano Steinway de cola. Y él pedía la llave para que vaya a tocar. Me fascinaba. Eso para mi es un Fórmula 1. Yo siempre fui un pianista más que un organista o tecladista.

Con la llegada del rock internacional. Era difícil hacer rock en español. Eran vistos como “bichos raros”

Fue un proceso lento pero normal. Los primeros que hicieron rock en español fueron los mexicanos. Nosotros escuchábamos los discos. Era increíble ver esas bandas de rock and roll con el equipamiento que venían. Era impresionante. Yo los vi a los Teen Tops en el ´63 cuando armamos los Wild Cats en Central con equipos Fender, baterías Ludwig, bajo Fender. Cosas que acá no se imaginaban. La calidad del sonido era otra. Discos llegaban muy pocos pero fundamentales para mi. Llegaron dos simples, uno de Elvis Presley y otro de Little Richard. Las dos tendencias más grandes del rock en EE.UU. Todo esto anterior a la historia de la música inglesa. El último empujón fueron The Beatles, sobre todo cuando llegó la primera película fue muy fuerte.

¿Fue fundamental salir de Rosario para que los conozcan?

Fue fundamental y hoy sigue siendo fundamental. Seguimos siendo un país unitario. Para bien o para mal pero unitario. Y eso que Rosario está cerca. Yo en la época de los Wild Cats trabajaba en un banco. Veníamos a tocar los fines de semana al programa “Escala Musical”, pero después había que volver a trabajar el lunes en Rosario. Hasta que renuncié al banco y decidí irme a vivir a Capital Federal.

¿Y tu primer viaje al exterior como músico?

Fue increíble. Ese viaje para mi representó la afirmación como músico. Los Gatos Salvajes estaban casi desarmados. Nosotros vivíamos con Litto en el hotel Londres en el centro de Capital. Y de vez en cuando salían unos shows. Lo llamamos al baterista y a Alfredo Toth. Y surgió la posibilidad de ir a Paraguay. Fuimos casi sin ensayar. El baterista fue sin batería y nos prestaron una. Lo curioso es que fue la primera vez que viajé en avión y cuando llegamos había 3000 personas esperándonos en el aeropuerto. Éramos famosos allá. Fue una experiencia inolvidable. Me afirmó para seguir haciendo lo que hacía. Al otro día volvimos a Buenos Aires y nadie nos daba bola

¿Eso sucede con la música en general? Que en un país gusta algo y en otro no

Es verdad. En la industria de la música tampoco hay tanto misterio. El tema es la difusión. Si una canción no tiene difusión no vas a saber nunca si puede llegar a gustar masivamente o no, incluso “La Balsa” no tuvo mucha difusión al principio.  Nosotros hicimos un trabajo duro a pulmón con nuestro manager y por suerte pegó y la compañía puso toda su estructura a los tres o cuatro meses y fue un boom.

¿Y que otros viajes recordás gracias a la música?

En 1969 cuando se desarmaron Los Gatos me fui a vivir a Nueva York, a Greenwich Village. En ésa época había una explosión de los Hippies que me influenció para toda mi vida. Y luego mi estadía definitiva en España fue en 1979.

¿Qué significa el Blues en tu vida?

Cuando empecé a tocar en la Eagle Dixieland Band hacíamos jazz. Covers de las jazz band de los años ´20. Incluso conocí la historia del jazz primitivo. El repertorio de los temas lentos eran de blues. Cuando empezó el rock a fusionarse yo ya estaba preparado. Del blues ha salido casi toda la música moderna. Incluso antes de Chicago, cuando se tocaba nada más que con la guitarra. Hubo un traspaso generacional. El heavy metal, incluso Led Zeppelin en los ´60 hacían blues. Se dice habitualmente que “el blues tuvo un hijo que se llama rock and roll”. Yo siempre recomiendo a los músicos que se dedican al rock, que tengan un paso previo por el blues. Es formativo. El rock and roll es una palabra inventada por un DJ, exactamente el género es el “Rhythm and Blues”. Y de ahí salió todo.

¿Cómo arranca tu carrera solista?

Yo siempre seguí tocando. En España y Argentina. En los años ´90 empecé a armar bandas de blues. Los “Blues Makers”, luego formando parte de la banda de Andrés Calamaro en 1997. Grabé discos de blues, muchos en inglés. Luego me metí de nuevo en el rock nacional. Hasta ahora grabé tres discos (Acordate de olvidarme, El rey del rock and roll y Pido demasiado)

 

Tu último trabajo se llama “Pido demasiado”. ¿Cómo llegaste a éste álbum?

Es un disco con una mayor producción. Colaboran Nito Mestre, Juanse, Las Blusettes, Juan Cruz Urquiza. Estoy muy contento con el trabajo. Estoy tratando de presentarlo en el interior. Hay temas de rock pero con mucho blues. Por ejemplo el tema “No tengo casa” que nació como un tema gospel es muy blusero.

¿Cómo te llevas con la tecnología y las nuevas plataformas digitales?

Me gusta mucho Youtube. Me meto en los videos, pero me gustan más los comentarios. Me gusta ver que escribe la gente. Con la prensa me pasa igual. Porque en los comentarios ves el termómetro de lo que somos. Y a veces es lamentable, realmente.