Por Damián "Puma" Gaspari

21 de mayo de 2021

Fotos PH KVK (Edgardo Kevorkian)

Músico, guitarrista y compositor. De chico con grandes influencias musicales que lo llevaron a dedicarse de lleno a la música ya a los 15 años. Tocó con varios artistas destacados del rock argentino como Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro y el Indio Solari. Es parte de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado y está a punto de publicar su cuarto trabajo solista llamado “Empezó la cacería”. Entra en La Cueva: Baltasar Comotto…

¿Cómo te afectó la pandemia en lo laboral y personal?

Un año atípico, lo tomo como una transición, es un cambio mundial. Tratando de hacer cosas creativas, de distraerme. Estoy muy conectado con la música, la lectura y el cine. También interconectado con amigos, otros músicos, para llevar todo de una mejor manera.

¿Aprovechaste para componer más en este tiempo por estar más tiempo en tu casa?

La verdad es que no compuse mucho. Estoy cerrando cosas que ya las venía haciendo como el disco nuevo “Empezó la cacería”. Ahora estamos en la etapa de mezcla, dándole vueltas para finalizar. Es un disco de once temas, que grabé a finales de 2019 y durante 2020. Va mutando, cambiando de alguna manera. Así que con eso estoy muy ocupado. Tampoco tuve momentos de inspiración para componer. También con otros proyectos colaborando y grabando canciones de rock británico, de The Who, The Kings, que siempre quise hacer.

Justo me nombrás a The Who y te consulto por Pete Townshend ¿es uno de tus guitarristas referentes?

¡Y compositor! No nos olvidemos que es el creador de todos los temas de The Who, escribe las letras y la música. Es el primero que inventó la ópera rock con “Tommy”. Después vinieron las otras como “Quadrophenia o “The Wall”. Es uno de los referentes del siglo pasado, un guitarrista muy fino, muy exquisito, bien británico en la manera de tocar y componer que ha influenciado a muchos músicos.

Hablabas de “Empezó la cacería”, tu nuevo disco. ¿Por qué el título?

Es una percepción que tengo del mundo en el que vivimos, que es una cacería generalizada y que todos somos presas. No se salva nadie. Lo podés adaptar a lo que pienses, no quiero condicionar a la gente, es solo un disparador. Cada cual lo puede interpretar como le parezca.

Siempre la gente resignifica el mensaje, eso pasa con las canciones también…

Exacto. Eso es lo bueno que tiene la música. No hay que condicionar la interpretación que tienen las letras. Cada uno tiene sus estilos, su métrica, y después otra persona lo puede digerir como quiera.

 

¿Cuesta pensar en un disco conceptual completo hoy en día?

Yo soy “Old School”. Me acostumbré a un concepto generalizado de disco, con una cantidad de temas, con una idea conceptual. Mi nuevo disco es corto, tiene once temas pero no dura más de treinta y cuatro minutos. Tiene un concepto “ramonero”, por llamarlo de alguna forma, de electro rock, con una musicalidad espesa. Que muestra un poco lo que yo veo en Buenos Aires. Mis discos anteriores también reflejaron eso. Y es una extensión de mi tercer disco “Elite”. Y también va a marcar una dirección para lo que viene.

¿Sos de escuchar tus discos anteriores?

En realidad no, casi nunca. Es como que cuando termino me desprendo de la obra y me focalizo en tocarlo solamente. Igual capaz me agarra cada tanto, pero ahora hace mucho que no escucho mis discos anteriores. Prefiero seguir para adelante. Yo le pongo mucha energía, mucha pasión y al terminar pienso en tocarlo en vivo. Que es lo que estamos haciendo este año en formato dúo con Macabre, que es un amigo, un músico increíble. Hicimos shows en varios lugares y también streaming.

El streaming no va a reemplazar jamás el tocar en vivo con la gente. ¿Cómo lo vivís vos?

Estamos todos aprendiendo de esta nueva modalidad. Es una cosa rara, no es un concierto, es como si fuera un show diferido que se transmite en algún lado. Está todo dentro de una plataforma, la gente puede verlo cuando quiera. Y no deja de ser una grabación en vivo. No hay mucho para hacer, hay que conformarse porque es lo único que hay ahora. Tenemos mucho para aprender, para mejorar, la tecnología, muchas cosas faltan para perfeccionar. Antes ni nos imaginábamos todo esto porque íbamos, tocábamos y volvíamos a casa.

La pandemia aceleró todos estos procesos…

Sí, pero esperemos que no sea así todo el tiempo después. Hay que ver como evoluciona todo. Por suerte estaba viendo que en Estados Unidos se está abriendo un poco, y los shows ya son con gente. Ojalá acá podamos hacerlo pronto, no va a ser como antes con la capacidad que teníamos, seguramente con protocolos, pero al menos tocar de otra manera. Con la música estamos viviendo una metamorfosis del futuro.

¿Tenés la imagen de la primera vez que tuviste una guitarra en tus manos?

La primera vez fue en la casa de un amigo de mi viejo, que falleció hace unos años, se llamaba Baltasar González, y por él me pusieron mi nombre. Me acuerdo que tenía 8 años y fui a la casa de Baltasar, el hermano tenía una guitarra eléctrica, yo la agarraba y era pesada. Me llamaba eso la atención, yo no tocaba nada en ese momento. Después a los 15 años me regalaron una Telecaster, y a partir de ahí comencé mi carrera.

Mencionabas a The Who y The Kings…¿Los escuchabas de chico?

Sí! De chico tuve mucha cultura música por mis viejos y mis hermanos. Viví un tiempo en España y me llagaban discos. Mi vieja viajaba a Londres y volvía con discos de The Beatles. Yo escuchaba The Human League también. Por el lado de mi viejo me llegaron bandas como AC/DC, Iron Maiden, más para el lado del metal y del jazz. Luego ya en Argentina, por mis hermanos, escuchaba Jimi Hendrix, The Kings, The Who, The Clash, The Ramones. De todo, siempre fue variada la música y nunca me cerré a ningún género.

 

Claro de todo un poco… ¿Y más de grande?

Ya con amigos, en los años 90, empecé a escuchar Nirvana, Soundgarden, Alice in Chains, Red Hot Chili Peppers, Jane´s Addiction. Lo fui viviendo mientras salían los discos, que eran en CD. Para mi los 90 son los CD, los escuchaba doscientas veces.

Ahora se volvió nuevamente al vinilo…

Totalmente. Yo vengo del vinilo por toda la cultura que tuve por mis viejos y mis hermanos. Después en los 90 llegaron los CD que decían que tenían más volumen, más HI-FI, más brillo, que no se rayaban y duraban más. Eso era todo mentira, nos comimos toda esa sanata (risas). Y hay discos que me remiten más a un CD que a un vinilo, pero por las épocas en las que los escuché.

La gente se fue adaptando a los cambios de los formatos y la escucha…

Claro, todo fue cambiando. Fuimos teniendo nuevas costumbres en la escucha. Pero la practicidad le ganó a la calidad en el sonido. Por ejemplo Gustavo Cerati, que sacó su último disco en vinilo porque decía que no podía creer como la gente escuchaba música en CD. Y Para mi él fue el músico que mejor hizo sonar los discos en Argentina.

Pasa que el disco es un todo, no sólo la música, también el arte de tapa, el libro con la historia…y eso con la música digital no lo tenés.

Claro. Ahora por ejemplo, un diario está sacando colecciones de discos en vinilo. Me compré varios y está muy bueno porque además del disco, lo abrís y tenés el libro con la historia. Me compré el primer disco de Los Ramones, The Doors, Led Zeppelin 1, y la verdad que se agotaron las ediciones. Y es como vos decís, lo abrís y tenés la historia del disco, fotos, tenés mucha más información en todo sentido. Es más que la reducción de la practicidad, que a veces eso te limita en otras cosas.

La practicidad no es todo siempre…

No claro, igual yo a veces pongo Youtube y consigo ver cosas que están muy buenas, pero no es lo mismo, soy consciente. Imagínate escuchar un disco en vinilo no es lo mismo que un MP3 que no sabés quién lo subió. El sonido no es lo mismo, salvo que te encierres en un espacio preparado, con buenos parlantes y auriculares.

Tocaste con Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro y el Indio Solari. ¿Soñabas todo esto cuando empezaste?

La verdad no me imaginaba, no lo soñaba porque fue sucediendo. Con todos los músicos que toqué fui aprendiendo cosas. Además pasó mucho tiempo también, no fue de la noche a la mañana. También toqué con gente no tan conocida de la que aprendí mucho y me sirvió para desarrollarme como músico.

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